Recupero un viejo post de tebeonauta que sirve de perfecto prefacio para este blog:Extrañas aventuras de imposibles superhéroes fraguadas en los rincones más recónditos de la calva cabeza del loco de Glasgow. Nuevas e imposibles vueltas de tuerca sobre el sobado concepto superheroico. Hace unos años nos sumergimos en la surreal y dadaísta versión de la
Doom Patrol; vivimos oníricos finales del universo, soñamos con calles que tenían vida propia y disfrutamos con las aventuras más locas del más peculiar de los supergupos que ha existido.
Después de flirtear con los mutantes, bailar en la luna una apocalíptica danza de épica y justicia divina con la
Liga más grande jamás creada y sufrir el invisible
Vértigo de la creación más desaforada,
Morrison vuelve a contarnos historias increíbles de viejos superhéroes que resultan modernos y rompedores. La lectura no es fácil, el lector debe de implicarse y comprometerse. En realidad más que lectura es una experiencia, ya que debemos introducirnos en un universo postmoderno con ramificaciones en el pasado de la
DC. La falta de cultura
decera no es óbice para el pleno entendimiento de la acción, aún diría más, el desconocimiento del pasado
DC añade un toque arcano de misterio a la lectura del cómic.
Por otra parte, el
prometeico J.H. Williams III, resulta sorprendente y asombroso. Las ilustraciones de este artista, junto con las técnicas de
storytelling que emplea, le sitúan en la cúspide de los dibujantes dignos de plasmar las obsesivas historias de los más grandes:
Morrison y
Alan Moore. Así,
Williams nos conduce desde lo más profundo del pantano a los paisajes del oeste americano, mudando su estilo y su trazo con una camaleónica y deslumbrante habilidad.
Morrison y
Williams nos llevan a un extraño relato en el que un arácnido y gigantesco enemigo une a los héroes más diferentes jamás vistos (con el permiso, claro está de la
Doom Patrol).