martes, 9 de diciembre de 2008

Los 7 soldados y Edgar Allan Poe


Mas nosotros, los siete allí congregados, al ver cómo la sombra avanzaba desde las colgaduras, no nos atrevimos a contemplarla de lleno, sino que bajamos los ojos y miramos fijamente las profundidades del espejo de ébano. Y al final yo, Oinos, hablando en voz muy baja, pregunté a la sombra cuál era su morada y su nombre. Y la sombra contestó: «Yo soy SOMBRA, y mi morada está al lado de las catacumbas de Ptolemáis, y cerca de las oscuras planicies de Clíseo, que bordean el impuro canal de Caronte

Y entonces los siete nos levantamos llenos de horror y permanecimos de pie temblando, estremecidos, pálidos; porque el tono de la voz de la sombra no era el tono de un solo ser, sino el de una multitud de seres, y, variando en sus cadencias de una sílaba a otra, penetraba oscuramente en nuestros oídos con los acentos familiares y harto recordados de mil y mil amigos muertos.

Fragmento de Sombra: una Parábola de Edgar Allan Poe

lunes, 8 de diciembre de 2008

Caronte guía a la araña

La Araña (The Spider) es guiado por un hombre misterioso que hace de barquero atravesando Slaughter Swamp.


Como si de un nuevo Caronte se tratara atraviesa en barca el pantano, laguna Estigia repleta de misterios y peligros. Según la mitología griega, Caronte guiaba a los muertos en su último viaje con destino al Hades, eso sí, previo pago de una moneda, de tal manera que podía rechazar a todos aquellos que no ofrecieran el obligatorio óbolo. El personaje vestido de oscuro, al que no podemos verle claramente la cara, cumple el papel de guía al inframundo, que es precisamente a donde se dirige La Araña, y en definitiva donde entramos los lectores de este extraño universo morrisoniano.




(Todo ello sucede en el prólogo del Seven Soldiers 0)

martes, 2 de diciembre de 2008

Bienvenidos

Recupero un viejo post de tebeonauta que sirve de perfecto prefacio para este blog:


Extrañas aventuras de imposibles superhéroes fraguadas en los rincones más recónditos de la calva cabeza del loco de Glasgow. Nuevas e imposibles vueltas de tuerca sobre el sobado concepto superheroico. Hace unos años nos sumergimos en la surreal y dadaísta versión de la Doom Patrol; vivimos oníricos finales del universo, soñamos con calles que tenían vida propia y disfrutamos con las aventuras más locas del más peculiar de los supergupos que ha existido.

Después de flirtear con los mutantes, bailar en la luna una apocalíptica danza de épica y justicia divina con la Liga más grande jamás creada y sufrir el invisible Vértigo de la creación más desaforada, Morrison vuelve a contarnos historias increíbles de viejos superhéroes que resultan modernos y rompedores. La lectura no es fácil, el lector debe de implicarse y comprometerse. En realidad más que lectura es una experiencia, ya que debemos introducirnos en un universo postmoderno con ramificaciones en el pasado de la DC. La falta de cultura decera no es óbice para el pleno entendimiento de la acción, aún diría más, el desconocimiento del pasado DC añade un toque arcano de misterio a la lectura del cómic.

Por otra parte, el prometeico J.H. Williams III, resulta sorprendente y asombroso. Las ilustraciones de este artista, junto con las técnicas de storytelling que emplea, le sitúan en la cúspide de los dibujantes dignos de plasmar las obsesivas historias de los más grandes: Morrison y Alan Moore. Así, Williams nos conduce desde lo más profundo del pantano a los paisajes del oeste americano, mudando su estilo y su trazo con una camaleónica y deslumbrante habilidad.

Morrison y Williams nos llevan a un extraño relato en el que un arácnido y gigantesco enemigo une a los héroes más diferentes jamás vistos (con el permiso, claro está de la Doom Patrol).